Fernando Alurralde, músico rojense, recordó a Raúl Carnota, el extraordinario cantautor que falleció hace algunos días. Indicó que “La verdad que fue una noticias muy triste para mí y para el mundo de la música. En lo personal fue un referente en lo musical, extraordinario.
Con mi amigo Mario Cabezón lo trajimos en el año 1994 cuando vino a tocar al Club Sportivo y allí lo conocimos. Desde ese momento se formó una relación muy linda y tuve la posibilidad de tocar con él en algunas oportunidades.
Fue un extraordinario, versátil, un renovador continuo y un tipo muy honesto con su trabajo y su manera de hacer música. Fue un gran poeta y un gran guitarrista.
Cuando tocaba en Buenos Aires trataba de ir a verlo, pudo asistir varias veces a sus espectáculos, y la última vez que tocó en vivo que fue en un bar que se llama “La Forja”, hace un par de meses, fui a verlo, estuvimos conversando. Él ya tenía su problema de salud y no cantaba, lo hacía su pareja actual. Fue un referente para grandes artistas como por ejemplo Mercedes Sosa”.
Cuando era chico, allá por los 17 o 18 años, encontré en él un folclore-rock, y una forma de interpretar que permitió acercarse con el folclore a nuevas generaciones. Su obra es muy grande, grabó 15 discos y sus temas fueron grabados por mucha gente en la Argentina y en el exterior”.
Agregó que “Toque con el acá en La Minga y en Buenos Aires, estando en la flauta traversa Rubén «Mono» Izarrualde. Me invitó en las dos ocasiones y fue muy emocionante porque no me lo esperaba”.
Para finalizar indicó “Él siempre decía “Cunado me vaya de gira quedará lo que hice”, y así es”.

SE FUE UN REFERENTE
Como autor, intérprete, arreglador y recreador, Raúl Carnota fue una figura excepcional de la música popular argentina, a la que legó un aporte capaz de expandirse por varias generaciones. El músico falleció el pasado 26 de septiembre a los 66 años, tras una larga enfermedad.
Desde sus diversas facetas, como bombisto, cantante y guitarrista, el artista nacido en el barrio porteño de Almagro en 1947 fue un promotor de la música folklórica, que asumió con originalidad.
Lejos de la masividad y de la sumisión al aplauso fácil, pero con un camino consecuente y creativo que lo convirtió en un temprano referente para oídos jóvenes y curiosos, Carnota dejó una obra plasmada desde 1982 en unos 15 álbumes.

POR LO QUE HICE
Carnota llevaba varios meses de internación, aquejado de pólipos en la garganta y de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc).
En abril de 2012, recién recuperado de una primera operación en las cuerdas vocales, señaló: “El día que me vaya de gira, quedaré por lo que hice”. Algunas de las cosas que hizo fue integrar el grupo de Adolfo Ábalos, con quien debutó profesionalmente en 1972. De esa etapa, Carnota recordaba su participación en el espectáculo El piano en sus tres dimensiones, que encabezaron Ábalos, Horacio Salgán y el “Mono “Villegas.
Al filo de la década de 1980 lideró su propio proyecto en trío con el fallecido percusionista Rodolfo Sánchez y el pianista Eduardo Spinassi, y alcanzó reconocimiento gracias a que dos de sus temas, Grito santiagueño y Salamanqueando pa mí, fueron incluidos por Mercedes Sosa en su disco Como un pájaro libre (1983). Con esa carta de presentación, grabó tres álbumes entre 1983 y 1985: Suna Rocha-Raúl Carnota, Memoria adentro y Esencia de pueblo.
La experiencia electrónica de 1987 con Entre la ciudad y el campo, dio paso a un prolongado silencio discográfico que recién interrumpió en 1994 con Contrafuego, donde puso a prueba el cuarteto que compartía con las percusiones de Sánchez, el piano de Lilian Saba y los vientos de Marcelo Chiodi. Ya por entonces comenzó a tomar distancia de los circuitos formales de los festivales folklóricos porque, indicaba, “ahí no se puede desarrollar una tarea artística”. Y añadía: “En los festivales lo único que funciona es el aplausómetro, que lleva a tener que hacer temas muy conocidos e interpretados a los gritos para que la gente se enganche y te vuelvan a contratar al año siguiente”.
De vuelta tras sus primeras experiencias europeas iniciadas en 1995, grabó Reciclón (1998), fruto de otra formación de trío en la que a Sánchez se sumó el bajista Willy González, y que incluyó esa declaración de principios que es La asimétrica: “Yo me suelo aburrir/tocando siempre igual/y me largo a inventar/chacareras con piques de más/…/No me hagan explicar/el ritmo, no señor/yo sólo sé tocar/lo que me sale del corazón/…/Sincopada es mejor/que cuadrada y sin sal…/”).
Enseguida y para mostrar el magnífico repertorio registrado en Fin de Siglo (1999), recurrió a otros dos laderos: Juancho Peroné (percusión) y Juancho Farías Gómez (bajo).
Disfrutando del hecho de ser un músico independiente, el nuevo siglo lo encontró explorando en torno a su repertorio conformado por obra propia y diversas versiones, una experiencia que en 2000 apareció en Sólo los martes. En 2005 profundizó esa tendencia con los dos volúmenes de Espejos, en uno de los cuales sumó a prestigiosos invitados con los que modificó el abordaje rítmico y melódico de cada tema haciendo, por caso, que un gato se convierta en milongón.
Hacia 2007 visitó caminos y laderos con Retrospectiva, y junto a Sánchez convocó al armoniquista Franco Luciani para dar forma a Proyecto SanLuCa, un singular grupo que registró un único y fantástico disco homónimo y en directo. En la versión de Ña Poli o la pureza de la gente como usted (texto de Teresa Parodi y música de Carnota) hubo una sorprendente introducción de Cada vez que respiras, clásico de The Police sobre el que Raúl ironizó: “Ahora pasó a ser `Ña Police` y espero que Teresa no se enoje”.
La enfermedad y el fallecimiento de Sánchez y sus propias dolencias menguaron el andar del conjunto, pero Carnota no detuvo su marcha y lanzó el CD y DVD Runa, trabajo que coronó un hacer silencioso y consecuente, que deja una estela capaz de ser tomada como gesto, y que implicó un modo personal de entender la música argentina y discordarla de posibilidades.